La superdotación o altas capacidades es un concepto todavía
controvertido y no exento de polémica respecto a su significado, evaluación e
intervención. Todo el mundo sabe, sin embargo, que se trata de un término que
se utiliza para designar a aquellos niños que poseen una alta inteligencia.
Otra cuestión es qué entendemos por inteligencia y cómo podemos medirla para
establecer unos criterios fiables de identificación entre niños con aparentes buenas capacidades.
Muchos padres sospechan de altas capacidades en sus hijos
pero no siempre estas se confirman. Hay que diferenciar entre niños avanzados (respecto a su edad
cronológica), niños con talento en
ciertas áreas (música, dibujo, etc.) y niños
con superdotación.
Todos estos niños suelen ser despiertos, curiosos, se
interesan activamente por su entorno pero son, ante todo, niños con unas
necesidades propias de su edad cronológica independientemente de su nivel de
inteligencia.
Podemos
afirmar que hasta los 12 o 13 años debemos ser prudentes en la identificación
de estos niños. Debemos saber diferenciar al “superdotado” de niños denominados “con maduración precoz” (consiguen
ciertos hitos evolutivos antes de tiempo pero luego siguen un curso normal); “el
niño con talento” (consigue destacar en un determinado aspecto cognitivo,
en un área de conocimiento específica, pero no lo hace en otras); “el niño
brillante” (caracterizado por una buena inteligencia y rendimiento
académico pero no presentan otras peculiaridades como perfeccionismo,
aburrimiento, curiosidad extrema, capacidad razonamiento, etc.)
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