Momento difícil y tenso para
muchos padres y estudiantes. Tememos que llegue ese día porque sabemos lo difícil
que es descubrir esa realidad. Uno, dos, tres, cuatro y quizás más suspensos. ¿Cómo
lo deben contar los alumnos? ¿Cómo deben reaccionar los padres? ¿Qué debemos hacer después de digerir el duro
trance?.
Nadie duda que las notas son un claro indicativo de cómo evolucionan los alumnos en el colegio. Cuando un estudiante viene cargado de suspensos o de notas decepcionantes, es un buen indicativo de que algo falla. Es urgente e importante descubrir la causa real de los suspensos (si se ha estudiado o no, si no se entiende la materia, si hay alguna dificultad de aprendizaje, si la actitud es totalmente pasiva, si se ha pasado de todo…) para plantear una solución eficaz (repetir curso, clases de apoyo, trabajo y constancia, cultivar hábito de estudio….)
Lo que también podemos afirmar es que mentir no
es la solución y no reconocer el problema tampoco. Por la tanto la actitud es:
tengo un problema (he suspendido) y quiero resolverlo por parte del alumno y la
aceptación de los hechos para buscar causas y remedios por parte de los padres.
Pistas
- Como padre ayúdate
de la opinión de su tutor y profesores: ellos disponen de datos del
rendimiento del muchacho y observaciones de su comportamiento en clase. Después, los padres, han de hacer los deberes
a los que se han comprometido con el tutor. Porque de nada sirve hacer muchas
visitas a los tutores si, cuando salimos de la entrevista, no rematamos la
tarea en casa.
- Proporcionar apoyo, clases refuerzo y técnicas
de estudio: Muchos fracasos
escolares sólo esconden una falta de habilidad para el estudio, que se puede
solucionar con la ayuda extraescolar de un profesional que le enseñe a estudiar
y le proporcione los conocimientos necesarios para cubrir las
"lagunas" que seguramente tiene. Con frecuencia, el fracaso de un
alumno se debe exclusivamente, por ejemplo, a un problema concreto de lectura.
- Dar responsabilidades a los hijos: la experiencia demuestra que los alumnos que
colaboran en casa responsablemente - ponen la mesa, sacan la basura, se hacen
la cama, riegan las flores, ayudan a limpiar...-, suelen tener más éxito en los
estudios que aquellos que no hacen nada. Se cumplen los refranes: "dinero
llama a dinero", "trabajo llama a trabajo" y... "pereza
llama a pereza".
Muchos estudiantes prefieren dar la imagen de vagos antes de
reconocer que tienen un problema emocional o intelectual. Los padres, que somos
los adultos responsables que tiene a su lado para ayudarle, debemos tener el
temple suficiente para ofrecer a nuestro hijo ayudas y alternativas racionales
que le permitan desarrollarse como persona.
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