Un
niño o joven de entre 10 -17 años que deje
de estudiar, es un problema de extrema gravedad y hay que abordarlo urgentemente.
Abandonar
la primera obligación en edades tan tempranas es una situación de riesgo para
otro tipo de comportamientos.
Cuando
hablamos de niños que no quieren estudiar nos referimos a:
-
Niños que ponen excusas continuamente para no dedicar tiempo a los estudios:
dicen que no tienen deberes, ni exámenes o que ellos ya se lo saben.
-
Los resultados escolares son negativos y el niño no aprende.
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El comportamiento en la escuela no suele ser adecuado: no atiende, no trabaja e
incluso molestan a otros.
-
Son niños que por otro lado no tienen ninguna dificultad importante a nivel
intelectual que pudiera explicar su actitud.
Algunos
factores que suelen estar presentes en estos casos y que influyen en la
conducta son:
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El niño no ha llegado a adquirir un hábito de estudio.
-
Hay poco seguimiento por parte de los padres.
-
Las pautas educativas, las normas en casa y el nivel de exigencia efectivo es inadecuado.
-
Son niños con poca capacidad de esfuerzo
¿CÓMO
ACTUAR?
Este
es un problema que habría que haber prevenido, pero si ya está presente les
propongo poner en práctica la siguiente estrategia:
1º.
Cambien algunas actitudes como padres
Si
como padres han mantenido alguna actitud inadecuada, cámbienlas urgentemente,
sobre todo:
-
Hagan un seguimiento más estricto de los estudios de su hijo y afronten el
problema evitando culpabilizar a los demás.
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No se dejen engañar por su hijo. Es fácil saber si efectivamente el niño tiene
o no tarea para casa, exámenes o si obtiene resultados negativos. Sólo tienen
que querer saberlo: basta con hablar con el profesor, revisarle los cuadernos
periódicamente o llamar por teléfono a otros padres.
-
Mejoren la organización de la vida del niño y la de la propia familia.
Revisen
su escala de preferencias y sean consecuentes.
2º
Hablen con el niño
Sean
firmes y déjenle muy claro que dejar de estudiar no es algo negociable. Es su
responsabilidad actual y tiene que cumplirla.
Ofrézcanle
su ayuda y procuren su colaboración, de manera que las decisiones sean lo más consensuadas
posibles.
3º
No intenten “comprar” al niño.
Tampoco
caigan en la tentación de “comprar” su responsabilidad. Las promesas de
premiarle a cambio de sacar los estudios, no sólo no mejoran las cosas, sino
que transmiten el mensaje de que le están pidiendo un favor para ustedes y no
un beneficio para él.
4º.
Supervisen y elogien
Supervisen
que efectivamente se pone a estudiar el tiempo indicado. Elógienlo cuando vaya cumpliendo
el horario previsto y muéstrenle su satisfacción por las mejoras.
5º.
Adopten medidas si no estudia
Cuando
el niño no cumpla lo pactado y no estudie, deben adoptar medidas. Lo que no
pueden permitir es que el niño no haga nada, todo siga igual o incluso obtenga
algún tipo de ganancia con esta conducta.
Las
medidas que pueden adoptar son:
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No permitir otra actividad alternativa durante el tiempo previsto para
estudiar: como estudiar, ver la tele o salir.
-
Retírenle algunos privilegios a corto, medio o largo plazo. No esperen
demasiado tiempo para que esta medida se haga efectiva, ni amenacen en vano. La
intención no es dañar al niño, simplemente que compruebe que no cumplir sus
obligaciones implica sufrir unas consecuencias.
6º.
Y si nada funciona…
Si
a pesar de los intentos anteriores el niño se sigue negando a estudiar o como
padres se muestran incapaces de llevarlas a cabo, deben consultar a un especialista
con experiencia de trabajo con niños que valoren la situación en profundidad.