martes, 19 de noviembre de 2013

NIÑOS QUE SUSPENDEN


Un niño o joven de entre 10 -17 años  que deje de estudiar, es un problema de extrema gravedad  y hay que abordarlo  urgentemente.

Abandonar la primera obligación en edades tan tempranas es una situación de riesgo para otro tipo de comportamientos.

 

Cuando hablamos de niños que no quieren estudiar nos referimos a:

- Niños que ponen excusas continuamente para no dedicar tiempo a los estudios: dicen que no tienen deberes, ni exámenes o que ellos ya se lo saben.

- Los resultados escolares son negativos y el niño no aprende.

- El comportamiento en la escuela no suele ser adecuado: no atiende, no trabaja e incluso molestan a otros.

- Son niños que por otro lado no tienen ninguna dificultad importante a nivel intelectual que pudiera explicar su actitud.

 

Algunos factores que suelen estar presentes en estos casos y que influyen en la conducta son:

- El niño no ha llegado a adquirir un hábito de estudio.

- Hay poco seguimiento por parte de los padres.

- Las pautas educativas, las normas en casa y el nivel de exigencia efectivo es inadecuado.

- Son niños con poca capacidad de esfuerzo

 
 
¿CÓMO ACTUAR?
Este es un problema que habría que haber prevenido, pero si ya está presente les propongo poner en práctica la siguiente estrategia:
 
1º. Cambien algunas actitudes como padres
Si como padres han mantenido alguna actitud inadecuada, cámbienlas urgentemente, sobre todo:
- Hagan un seguimiento más estricto de los estudios de su hijo y afronten el problema evitando culpabilizar a los demás.
- No se dejen engañar por su hijo. Es fácil saber si efectivamente el niño tiene o no tarea para casa, exámenes o si obtiene resultados negativos. Sólo tienen que querer saberlo: basta con hablar con el profesor, revisarle los cuadernos periódicamente o llamar por teléfono a otros padres.
- Mejoren la organización de la vida del niño y la de la propia familia.
Revisen su escala de preferencias y sean consecuentes.
2º Hablen con el niño
Sean firmes y déjenle muy claro que dejar de estudiar no es algo negociable. Es su responsabilidad actual y tiene que cumplirla.
Ofrézcanle su ayuda y procuren su colaboración, de manera que las decisiones sean lo más consensuadas posibles.
3º No intenten “comprar” al niño.
Tampoco caigan en la tentación de “comprar” su responsabilidad. Las promesas de premiarle a cambio de sacar los estudios, no sólo no mejoran las cosas, sino que transmiten el mensaje de que le están pidiendo un favor para ustedes y no un beneficio para él.
4º. Supervisen y elogien
Supervisen que efectivamente se pone a estudiar el tiempo indicado. Elógienlo cuando vaya cumpliendo el horario previsto y muéstrenle su satisfacción por las mejoras.
5º. Adopten medidas si no estudia
Cuando el niño no cumpla lo pactado y no estudie, deben adoptar medidas. Lo que no pueden permitir es que el niño no haga nada, todo siga igual o incluso obtenga algún tipo de ganancia con esta conducta.
Las medidas que pueden adoptar son:
- No permitir otra actividad alternativa durante el tiempo previsto para estudiar: como estudiar, ver la tele o salir.
- Retírenle algunos privilegios a corto, medio o largo plazo. No esperen demasiado tiempo para que esta medida se haga efectiva, ni amenacen en vano. La intención no es dañar al niño, simplemente que compruebe que no cumplir sus obligaciones implica sufrir unas consecuencias.
6º. Y si nada funciona…
Si a pesar de los intentos anteriores el niño se sigue negando a estudiar o como padres se muestran incapaces de llevarlas a cabo, deben consultar a un especialista con experiencia de trabajo con niños que valoren la situación en profundidad.
 
 
 

sábado, 2 de noviembre de 2013

EL PEQUEÑO DICTADOR. CUANDO LOS PADRES SON LAS VÍCTIMAS


El niño en muchos hogares se ha convertido en el dominador de la casa, se ve lo que él quiere en la televisión, se entra y se sale a la calle si así a él le interesa, se come a gusto de sus apetencias.

Cualquier cambio que implique su pérdida de poder, su dominio, conlleva tensiones en la vida familiar, el niño se vive como difícil, se deprime o se vuelve agresivo. Las pataletas, los llantos, sabe que le sirven para conseguir su objetivo.

Son niños caprichosos, consentidos, sin normas, sin límites, que imponen sus deseos ante unos padres que no saben decir no.

Hacen rabiar a sus padres, molestan a quien tienen a su alrededor, quieren ser

constantemente el centro de atención, que se les oiga solo a ellos. Son niños desobedientes, desafiantes.

No toleran los fracasos, no aceptan la frustración. Echan la culpa a los demás de las consecuencias de sus actos.

La dureza emocional crece, la tiranía se aprende, si no se le pone límites.

Hay niños de 7 años y menos que dan puntapiés a las madres y éstas dicen «no se hace» mientras sonríen: o que estrellan en el suelo el bocadillo que le han preparado y posteriormente le compran un bollo.

Recordemos esos niños que todos hemos padecido y que se nos hacen insufribles por culpa de unos padres que no ponen coto a sus desmanes.

Otro hecho reiterado es el de las fugas del domicilio y el consecuente absentismo escolar con conductas cercanas al conflicto social. En otros casos, el hijo o hija entra en contacto con la droga y es a partir de ahí donde se muestra agresivo/a, a veces con los hermanos. Otros casos son los hijos que utilizan a sus padres como “cajeros automáticos”, o con chantajes, o manifestando un gran desapego hacia sus progenitores, transmitiendo que profundamente no se les quiere.