La ausencia de
criterios educativos en los padres están creando una nueva figura, los
"pequeños tiranos", hijos únicos en la mayoría de los casos, que
imponen su propia ley en casa.
Comenzó a observarse hace ya una década en las consultas
infantiles: la aparición de estos diminutos déspotas –casi siempre chicos,– que
dan órdenes a los padres, organizan la vida familiar y chantajean a todo aquel
que intenta frenarlos, Su comportamiento, más allá de la simple pataleta, hace
temer una adolescencia conflictiva y quizá contribuya a aumentar un problema
social ya serio: la violencia juvenil.
¿Qué hay en la raíz de esta conducta impensable hace un
cuarto de siglo? la falta de criterios educativos y no saber decir ¡no!
Para los especialistas, la mejor prevención consiste en
fijar desde el primer momento los límites al niño; establecer lo que se puede
hacer, lo permitido.
Las normas deben ser claras y como están acostumbrados a
conseguir todo lo que quieren, con una especie de coerción, los niños acaban
por no soportar la frustración, pero la frustración es fundamental para la
educación, porque hay que experimentarla para ser conscientes de que no se
puede hacer todo.
El egocentrismo que se les fomenta, al ser el centro de las
miradas en las familias y también de la sociedad de consumo, les lleva a no
aceptar que los demás –padres, hermanos, compañeros, etc.– existen y tienen sus
derechos.
Cuanto más tiempo se arrastre esta situación, el remedio
será más lento “Es fundamental la solidaridad entre el padre y la madre. El
niño tirano es malo y sabe dividir a los padres para reinar. Los padres deben
aprender a ser padres.
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